Reflexiones para avanzar:
Una de las
expresiones más sentidas en la III Cumbre Mundial de Desarrollo
Sustentable celebrada en Johannesburgo Sur África en Septiembre de
2002, cuando, quizás por primera vez en las historias de tantas
reuniones y convenciones mundiales de este tipo, fue; que se reconoció
la existencia de dos grandes agriculturas, que se sienten, existen y
están enfrentadas en nuestro planeta: la agroempresarial-coorporativa-
transgénica y la tradicional de los pequeños y medianos productores
campesinos.
En esa Cumbre al fin se reconoció lo mucho que el
sector de los pequeños y medianos productores puede aportar cuando se
trata de conformar la planificación y programación de propuestas de
investigación, ciencia y desarrollo agrícola. Fundamentalmente
encaminados a trabajar por una agricultura sustentable. A estos
últimos, les valió en dicha Cumbre proponer e impulsar el Plan de
Johannesburgo desde los distintos retos que desde la agricultura
sustentable nos proponemos. Retos donde la agricultura se relaciona y
hace sinergia con áreas como la salud, energía, clima, agua y
biodiversidad. Este plan pudiese concebirse como una excelente
propuesta para un gobierno local, municipal, regional de interés
evaluar.
En Johannesburgo también se reconoció que a pesar de
las precarias y difíciles condiciones sociales y productivas los
pequeños y medianos productores han logrado innovar y adaptar
tecnologías sencillas, abiertas, blandas, ecológicamente, apropiadas a
sus micro-regiones superando las limitaciones físico naturales propias
de su región. Aunque ustedes no lo crean se ha dado un uso sustentable
en los sistemas de producción, producto del orden establecido entre los
componentes del sistema productivo, sus funciones y manejo.
Corroborando lo anteriormente expuesto una publicación de la FAO (2002)
en conjunto con varias organizaciones campesinas y algunas
universidades sistematiza la mayor encuesta conocida sobre la
agricultura sustentable considerando 45 proyectos en Latino América, 63
en Asia, 100 en África. En estos 208 proyectos/iniciativas, cerca de
8,98 millones de agricultores han adoptado las prácticas agroecológicas
y los principios de la agricultura sustentable cubriendo 28,92 millones
de hectáreas. Considerando que hay 960 millones de hectáreas bajo
cultivo- cultivo arables y permanentes- en África, Asia y Latino
América, la agricultura sustentable está presente en, por lo menos, 3%
de esas tierras ( las tierras arables comprendían 1600 millones de
hectáreas en 1995/1997, de las cuales 388 millones de hectáreas se
encontraban en los países industrializados, 267 millones en los países
en transición y 960 millones en los países en desarrollo: FAO, 2000).
El histórico reconocimiento acaecido en Johannesburgo ha generado más
debates, nuevos congresos, talleres, espacios de discusión y
sustanciosos avances, por revertir el flagelo del hambre estructural.
Se ha tomado otra perspectiva socio-política-productiva especialmente
para avanzar en la agricultura social del siglo XXI. Ello pasa por
distinguir, caracterizar en profundidad las dimensiones de las dos
agriculturas que se encuentran enfrentadas por el benéfico de la
humanidad. La agricultura convencional dependiente de los agroquímicos
y la agricultura sustentable. De estos significantes contrastes debemos
valorar nuestra ubicación y de allí avanzar de acuerdo a nuestros
visones, valores y compromisos con nuestras relaciones sociales y de
progreso sostenido en el conocimiento productivo.
Reflexiones para finalizar:
El nuevo proceso revolucionario bolivariano exige no repetir los
errores del pasado en materia de alimentación. No se trata de ingerir
alimentos por ingerirlos, solo para saciar el hambre, o imitar modas de
otras sociedades. Implica ingerir alimentos y comidas con un alto
aprovechamiento biológico. Contrario a la agricultura convencional, la
cual se ha convertido en una generadora de problemas de salud publica.
Se siguen dándose casos irreversibles de remediar, donde los
padecimientos, las anomalías y deformaciones orgánicas por las ingestas
de alimentos no podrán ser superados
La dirigencia
agroalimentaria revolucionaria nacional deben ampliar las bases del
proceso revolucionario en nuestro movimiento campesino. Es necesario
concertar sostenidos espacios de interacción, relación, coordinación y
sinergias entre todos los sectores sociales y productivos involucrados
en el área agroalimentaria para superar las deficiencias ideológicas y
políticas que se han cometido en la historia de los desarrollos
agrícolas del pasado en nuestro país.
Entre dichas
debilidades que siguen cobrando fuerzas en nuestro proceso
revolucionario podemos presentar algunas: 1) la ciencia del agro
nacional no ha tenido en su discusión ni principios, ni leyes rectoras
para la evolución del pensamiento científico agrícola, no habido
creación en la aplicabilidad de nuevos conocimientos 2) las salidas a
las soluciones de los problemas técnicos en los pequeños y medianos
productores las hemos buscado en las soluciones aplicadas a los grandes
productores. 3) la tendencia anterior nos ha obligado a no diferenciar
entre las naturalezas socio-productivas entre los sectores productivos.
4) se ha llevado una extensión y transferencia de tecnología desfasada
del espacio y tiempo en su aplicación, conllevando a su inercia,
descrédito y desaparición. 5) el técnico no puede innovar en el campo,
trata de hacerlo inescrupulosamente el distribuidor de los
agroquímicos, desnaturalizando mas las funciones de la extensión y
transferencia. 6) el pretender dar un consejo o asesoría técnica
desfasada en principios e improvisada en el devenir, conlleva a
debilitar mas al pequeño y mediano productor, por cuanto el ha sabido
reconocer que su realidad y racionalidad productiva se desfigura,
creando desconfianza e inseguridad en la aplicación de dichas técnicas.
Pero, que al final sede ante la presión de no perder la cosecha y no
andar en la modernidad por no usar las tecnologías agropecuarias
contaminantes de siempre. Al parecer hemos encontrado otras razones del
desplazamiento de nuestros productores a las ciudades o urbes.
Los motivos anteriormente expuestos nos elevan nuevas reflexiones:
¿como puede haber políticas agrícolas para los pequeños y medianos
productores si la de los grandes productores han adolecido de
principios científicos y técnicos en su cabal desarrollo y para la
evolución del conocimiento mismo del agro ?
Reiteramos,
también, son dos realidades de naturaleza productiva diferente que
necesariamente exigen tratos y desarrollo distintos y alternativos.
Necesitamos una nueva ciencia y tecnología para el gran productor
agrícola, Ciencia, que ha de nacer en la evolución del conocimiento
científico y tecnológico del pequeño y mediano productor, el cual, nos
conecta con nuestra realidad cultural, social, agroecológica y de las
bases genéticas de nuestras semillas y germoplasmas ancestrales.
Auténticos patrimonios y pivotes de arranque de nuestra soberanía
agroalimentaria.
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