miércoles, 20 de junio de 2012

reflexiones

Reflexiones para avanzar: 


Una de las expresiones más sentidas en la III Cumbre Mundial de Desarrollo Sustentable celebrada en Johannesburgo Sur África en Septiembre de 2002, cuando, quizás por primera vez en las historias de tantas reuniones y convenciones mundiales de este tipo, fue; que se reconoció la existencia de dos grandes agriculturas, que se sienten, existen y están enfrentadas en nuestro planeta: la agroempresarial-coorporativa- transgénica y la tradicional de los pequeños y medianos productores campesinos.
En esa Cumbre al fin se reconoció lo mucho que el sector de los pequeños y medianos productores puede aportar cuando se trata de conformar la planificación y programación de propuestas de investigación, ciencia y desarrollo agrícola. Fundamentalmente encaminados a trabajar por una agricultura sustentable. A estos últimos, les valió en dicha Cumbre proponer e impulsar el Plan de Johannesburgo desde los distintos retos que desde la agricultura sustentable nos proponemos. Retos donde la agricultura se relaciona y hace sinergia con áreas como la salud, energía, clima, agua y biodiversidad. Este plan pudiese concebirse como una excelente propuesta para un gobierno local, municipal, regional de interés evaluar.
En Johannesburgo también se reconoció que a pesar de las precarias y difíciles condiciones sociales y productivas los pequeños y medianos productores han logrado innovar y adaptar tecnologías sencillas, abiertas, blandas, ecológicamente, apropiadas a sus micro-regiones superando las limitaciones físico naturales propias de su región. Aunque ustedes no lo crean se ha dado un uso sustentable en los sistemas de producción, producto del orden establecido entre los componentes del sistema productivo, sus funciones y manejo.
Corroborando lo anteriormente expuesto una publicación de la FAO (2002) en conjunto con varias organizaciones campesinas y algunas universidades sistematiza la mayor encuesta conocida sobre la agricultura sustentable considerando 45 proyectos en Latino América, 63 en Asia, 100 en África. En estos 208 proyectos/iniciativas, cerca de 8,98 millones de agricultores han adoptado las prácticas agroecológicas y los principios de la agricultura sustentable cubriendo 28,92 millones de hectáreas. Considerando que hay 960 millones de hectáreas bajo cultivo- cultivo arables y permanentes- en África, Asia y Latino América, la agricultura sustentable está presente en, por lo menos, 3% de esas tierras ( las tierras arables comprendían 1600 millones de hectáreas en 1995/1997, de las cuales 388 millones de hectáreas se encontraban en los países industrializados, 267 millones en los países en transición y 960 millones en los países en desarrollo: FAO, 2000).
El histórico reconocimiento acaecido en Johannesburgo ha generado más debates, nuevos congresos, talleres, espacios de discusión y sustanciosos avances, por revertir el flagelo del hambre estructural. Se ha tomado otra perspectiva socio-política-productiva especialmente para avanzar en la agricultura social del siglo XXI. Ello pasa por distinguir, caracterizar en profundidad las dimensiones de las dos agriculturas que se encuentran enfrentadas por el benéfico de la humanidad. La agricultura convencional dependiente de los agroquímicos y la agricultura sustentable. De estos significantes contrastes debemos valorar nuestra ubicación y de allí avanzar de acuerdo a nuestros visones, valores y compromisos con nuestras relaciones sociales y de progreso sostenido en el conocimiento productivo.
Reflexiones para finalizar:
El nuevo proceso revolucionario bolivariano exige no repetir los errores del pasado en materia de alimentación. No se trata de ingerir alimentos por ingerirlos, solo para saciar el hambre, o imitar modas de otras sociedades. Implica ingerir alimentos y comidas con un alto aprovechamiento biológico. Contrario a la agricultura convencional, la cual se ha convertido en una generadora de problemas de salud publica. Se siguen dándose casos irreversibles de remediar, donde los padecimientos, las anomalías y deformaciones orgánicas por las ingestas de alimentos no podrán ser superados
La dirigencia agroalimentaria revolucionaria nacional deben ampliar las bases del proceso revolucionario en nuestro movimiento campesino. Es necesario concertar sostenidos espacios de interacción, relación, coordinación y sinergias entre todos los sectores sociales y productivos involucrados en el área agroalimentaria para superar las deficiencias ideológicas y políticas que se han cometido en la historia de los desarrollos agrícolas del pasado en nuestro país.
Entre dichas debilidades que siguen cobrando fuerzas en nuestro proceso revolucionario podemos presentar algunas: 1) la ciencia del agro nacional no ha tenido en su discusión ni principios, ni leyes rectoras para la evolución del pensamiento científico agrícola, no habido creación en la aplicabilidad de nuevos conocimientos 2) las salidas a las soluciones de los problemas técnicos en los pequeños y medianos productores las hemos buscado en las soluciones aplicadas a los grandes productores. 3) la tendencia anterior nos ha obligado a no diferenciar entre las naturalezas socio-productivas entre los sectores productivos. 4) se ha llevado una extensión y transferencia de tecnología desfasada del espacio y tiempo en su aplicación, conllevando a su inercia, descrédito y desaparición. 5) el técnico no puede innovar en el campo, trata de hacerlo inescrupulosamente el distribuidor de los agroquímicos, desnaturalizando mas las funciones de la extensión y transferencia. 6) el pretender dar un consejo o asesoría técnica desfasada en principios e improvisada en el devenir, conlleva a debilitar mas al pequeño y mediano productor, por cuanto el ha sabido reconocer que su realidad y racionalidad productiva se desfigura, creando desconfianza e inseguridad en la aplicación de dichas técnicas. Pero, que al final sede ante la presión de no perder la cosecha y no andar en la modernidad por no usar las tecnologías agropecuarias contaminantes de siempre. Al parecer hemos encontrado otras razones del desplazamiento de nuestros productores a las ciudades o urbes.
Los motivos anteriormente expuestos nos elevan nuevas reflexiones: ¿como puede haber políticas agrícolas para los pequeños y medianos productores si la de los grandes productores han adolecido de principios científicos y técnicos en su cabal desarrollo y para la evolución del conocimiento mismo del agro ?
Reiteramos, también, son dos realidades de naturaleza productiva diferente que necesariamente exigen tratos y desarrollo distintos y alternativos.
Necesitamos una nueva ciencia y tecnología para el gran productor agrícola, Ciencia, que ha de nacer en la evolución del conocimiento científico y tecnológico del pequeño y mediano productor, el cual, nos conecta con nuestra realidad cultural, social, agroecológica y de las bases genéticas de nuestras semillas y germoplasmas ancestrales. Auténticos patrimonios y pivotes de arranque de nuestra soberanía agroalimentaria.


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